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21/07/201De plazademayo.com
El montaje AMIA-Irán

Por Por Gareth Porter (corresponsal)
Esta nota periodística publicada en 2008 revela cómo la administración Bush, junto a diplomáticos israelíes y argentinos, ejercieron presión para responsabilizar a Irán por el atentado a la mutual judía. Un caso plagado de pruebas contradictorias que podrían desmentir la hipótesis principal que guió las investigaciones. A pesar de que las armas nucleares e Irak han sido el foco principal de la campaña de presión de la Administración Bush en contra de Irán, los funcionarios de Estados Unidos también intentan manchar a Irán como el principal patrocinador global del terrorismo. Y la última táctica del Equipo
Bush es utilizar una acusación de hace 13 años de que Irán es responsable por el atentado en Buenos Aires, que destruyó la AMIA. La corte de Buenos Aires, que desechó los cargos contra Telledín en 2004, determinó que un juez federal, Luisa Riva Aramayo, se encontró en 1995 con Telleldín para discutir otra posibilidad – pagarle para que testificara que había vendido la van a varias figuras preponderantes en la Policía Bonaerense quienes eran aliados del rival político de Menem, Eduardo Duhalde. En julio de 1996, el juez Juan José Galeano, quien supervisaba la investigación, le ofreció a Telleldín $400.000 para implicar a esos policías como cómplices en el atentado. (Un video hecho secretamente por agentes de la SIDE y televisado en abril de 1997 muestra a Galeano negociando el soborno.) Un mes después de hacerle la oferta a Telleldin, Galeano acusó a tres altos oficiales de la Policía Bonaerense de estar involucrados en la voladura, basado en el testimonio de Telleldín. La falta de evidencia de un testigo ocular que amparara esta tesis fue llamativa. De 200 testigos oculares en la escena, sólo uno aseguraba haber visto la Renault Trafic blanca. Muchos testificaron que
estaban mirando hacia el lugar donde la Trafic debería haber explotado y vieron nada. Nicolasa Romero, esposa de un policía de Buenos Aires, era ese testigo solitario. Ella dice haber visto una Renault Trafic blanca acercarse a la esquina donde estaba parada con su hermana y su hijo de 4 años. Pero la
hermana de Romero declaró que el vehículo que vieron pasar era un taxi amarillo y negro, más que una Trafic Blanca. Otros testigos declararon haber visto un taxi amarillo y negro segundos antes de la explosión.

“Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”

En una entrevista el pasado Mayo, James Cheek, embajador de Clinton en la Argentina en el tiempo del atentado me dijo “En mi conocimiento, nunca hubo evidencia real [de responsabilidad de Irán]. Nunca aparecieron en nada” La pista más caliente en el caso, recuerda, era un desertor iraní llamado Manoucher Moatamer, quien “supuestamente tenía toda esta información”. Pero Moatamer terminó siendo un oficial de bajo rango insatisfecho sin el conocimiento de las decisiones gubernamentales que argumentaba. “Finalmente decidimos que no era creíble” recuerda Cheek. Ron Goddard, entonces el Subdirector de la Misión de Estados Unidos para la Argentina, confirmó el relato de Cheek. Recuerda
que los investigadores no encontraron nada para conectar a Irán con el atentado. “Toda la cuestión de Irán parecía un tanto endeble”, dijo Goddard. James Bernazzani, para entonces el jefe de la oficina sobre Hezbollah del FBI, recibió indicaciones de armar un equipo de especialistas para enviar a Buenos Aires y ponerle un punto al caso de la AMIA. Bernazzani, ahora a cargo de la oficina de la agencia en Nueva Orleans, recuerda en noviembre de 2006 cómo descubrió que la investigación argentina sobre la AMIA no había arrojado evidencia real sobre la participación de Irán o Hezbollah en el atentado. Las únicas pistas que sugerían una conexión con Irán al atentado en ese momento, de acuerdo a Bernazzani, eran una cinta de vigilancia del attache cultural de la Embajada de Irán Mohsen
Rabbani, buscando una van Trafic blanca y un análisis telefónico de llamadas hechas semanas antes del ataque. Poco después del atentado, el diario Clarín, publicó una historia, filtrada por el Juez Galeano, que la inteligencia argentina había grabado a Rabbani buscando comprar una van Trafic blanca
“meses” antes del atentado. Un sumario de las órdenes de arresto de Rabbani y otros 6 iraníes en 2006 continuaron refiriéndose a “documentos indiscutibles” probando que Rabbani había visitado concesionarios de autos para buscar una van como la utilizada en el ataque. De hecho, el reporte de inteligencia sobre la vigilancia a Rabbani entregado a Galeano diez días después de la explosión muestra que el día que Rabbani vio una van Trafic blanca fue el 1ro de Mayo de 1993 – quince meses antes del atentado y mucho antes de que los fiscales afirmaran que los iraníes decidieran hacer de la AMIA su objetivo. En ausencia de toda evidencia concreta, la SIDE se volcó al “análisis de conexiones” de los
registros telefónicos para armar un caso circunstancial sobre la culpabilidad iraní. Los analistas de la SIDE argumentaron que una serie de llamados hechos entre el 1ro de julio y el 18 de julio de 1994, a un celular en la Triple Frontera en Iguazú, Brasil, debieron haber sido hechos al “equipo operativo” del
atentado – y supuestamente un llamado a un celular de Rabbani podría ser conectado al mismo grupo. El funcionario de FBI Bernazzani me dijo que estaba shockeado por el uso de la SIDE en el análisis de conexiones para establecer responsabilidades. “Puede ser muy peligroso” me dijo “usando este tipo de
análisis, usted podría conectar mi teléfono con el de Bin Laden”. Bernazzani comentó que las conclusiones a las que llegaron los investigadores argentinos eran meras “especulaciones” y que ni él ni los funcionarios en Washington habían tomado en serio las evidencias que apuntaban contra Irán.

Luego, en el 2000, un desertor más apareció con una nueva historia sobre la responsabilidad de Irán.
Abdolghassem Mesbahi, quien afirmaba haber sido el tercer hombre en el ranking de los servicios de inteligencia iraníes, le dijo al juez Galeano que la decisión de volar la AMIA había sido tomada en una reunión de altos funcionarios iraníes, incluido el presidente Akbar Hasehmi Rafsanjani, el 14 de agosto
de 1993. Pero Mesbahi fue rápidamente desacreditado. Bernazzani me dijo que los funcionarios de inteligencia creían que para el 2000 Mesbahi había perdido ya hacía tiempo su acceso a la inteligencia iraní, que era “pobre, inclusive en la quiebra” y que estaba listo para “proveer testimonio a cualquier país sobre cualquier caso que involucrara a Irán”

Un informante cuestionable

Bernazzani admitió ante mí que, hasta el 2003, el caso contra Irán era meramente “circunstancial”. Pero él afirma que hubo un avance ese año, con la identificación del supuesto terrorista suicida como Ibrahim Hussein Berro, un militante libanés del Hezbollah quien, de acuerdo a una transmisión radial
del Líbano, había sido asesinado en una operación militar contra fuerzas israelíes en el sur del Líbano en septiembre de 1994, dos meses después del atentado a la AMIA. “Estamos satisfechos de haber identificado al suicida basados en la totalidad de las fuentes de información”, me dijo Bernazzani,
citando “una combinación de evidencia física y testimonial”. Pero la identificación de Berro, también, estaba marcada por la fabricación y manipulación de evidencia. La historia oficial es que el nombre de Berro le fue pasado a la SIDE y a la CIA por un informante libanés en el 2001. El informante afirmaba que había trabado amistad con un ex chofer de Hezbollah y asistente de los principales líderes de esta organización, llamado Abu Mohamad Yassin, quien le contó que un militante de Hezbollah llamado “Brru” era el atacante suicida. Esta historia es sospechosa en varios aspectos, el más obvio que las agencias de inteligencia raramente divulgan el nombre real, o por lo menos la posición, de un informante actual.En septiembre de 2003 el testimonio en corte de Patricio Pfinnen, el funcionario de la SIDE a cargo de la investigación de la voladura de la AMIA hasta que fue despedido en enero de 2002, arroja serias dudas sobre la credibilidad del informante. Pfinnen testificó que cuando él y sus colegas
volvieron a hablar con el informante con más preguntas “algo salió mal con la información, o nos estaban mintiendo”. Pfinnen dijo que su equipo finalmente descartó la teoría de Berro porque las fuentes en el Líbano habían “fallado o no eran certeras”. Él concluyó “Tenía mis dudas sobre [Berro] que fuera la persona que se había inmolado”.Luego de que Pfinnen fuera despedido en medio de una lucha de poder dentro de la agencia de inteligencia, la SIDE nombró a Berro como el atacante suicida en un reporte secreto. En marzo de 2003, justo luego de que se completara este informe, Ha’aretz reportó que no sólo el Mossad había identificado a Berro como el atacante sino que poseía una transcripción del
llamado de despedida de Berro al Líbano antes del atentado, durante el cual le dijo a sus padres que iba a “unirse” a su hermano, quien había sido asesinado en un ataque suicida en el Líbano. Cuando la acusación fue hecha pública en el 2006, de todos modos, fue claro que no había evidencia de que tal llamado hubiera existido. En septiembre de 2004, una corte de Buenos Aires absolvió a Telleldín y a los oficiales de policía que habían sido encarcelados el año anterior, y en agosto de 2005 el juez Galeano fue impugnado y removido de su puesto. Pero los sucesores de Galeano, los fiscales Alberto Nisman y Marcelo Martínez Burgos, siguieron presionando, esperando poder convencer al mundo de que ellos podían identificar a Berro como el atacante suicida. Visitaron Detroit, Michigan, donde se entrevistaron con dos hermanos de Berro y obtuvieron fotos del mismo. Luego buscaron a la única testigo que afirmaba haber visto la Trafic blanca en la escena del crimen, Nicolasa Romero. En noviembre de 2005,
Nisman y Burgos anunciaron que Romero había identificado a Berro en las fotos de Detroit como la persona que había visto justo antes del atentado. Romero, por su parte, dijo que “no podía estar completamente segura” que Berro fuera el hombre en la escena. En un testimonio en la corte, de hecho, ella declaró que no había reconocido a Berro del primer grupo de fotografías o siquiera del segundo. Ella
finalmente vio algunas “similitudes en el rostro” en una de las fotografías de Berro, pero sólo cuando la policía le mostró el identikit basado en la descripción dada luego del atentado. Bernazzani me contó que el equipo del FBI en Buenos Aires había descubierto evidencia de ADN que se presumía provenía del
atacante suicida en un depósito de evidencia, y que Nisman había tomado una muestra de ADN de uno de los hermanos de Berro durante su visita en septiembre de 2005. “Yo asumiría, aunque no lo sé, que cuando obtuvimos la muestra del hermano, se cotejaron ambas muestras” me dijo. Pero Nisman afirmó en un reporte en el 2006 que las muestras se habían contaminado. De una manera significativa, la acusación argentina no hace mención de la evidencia de ADN.A pesar de que el caso contra Irán carecía de evidencia forense creíble o evidencia testimonial y se basaba fuertemente en inteligencia dudosa y en el testimonio de un desertor desacreditado, Nisman y Burgos prepararon su acusación contra seis ex funcionarios iraníes en el 2006. De todos modos, el gobierno de Néstor Kirchner mostró sus dudas sobre seguir adelante con este caso. De acuerdo al periódico Forward, que cuando grupos judíos-norteamericanos presionaron a la esposa de Kirchner, Cristina, sobre las acusaciones en una asamblea general de las Naciones Unidas en Nueva York, en septiembre de 2006, ella indicó que no
había una fecha firme para proseguir con acciones legales contra Irán. Sin embargo la acusación fue hecha al mes siguiente. Tanto el abogado principal que representa a la AMIA, Miguel Bronfman, y el juez Rodolfo Canicoba Corral, quien luego emitiera las órdenes de arresto para los iraníes, le dijeron a la
BBC en mayo pasado que la presión de Washington había sido instrumental en la repentina decisión de emitir las acusaciones al mes siguiente. Corral indicó que él no tenía dudas de que las autoridades argentinas habían sido urgidas a “unirse a los intentos internacionales de aislar al régimen de Teherán”. Un alto funcionario de la Casa Blanca acaba de llamar al caso de la AMIA como “una clara
definición de lo que significa el apoyo al terrorismo por parte del Estado de Irán”. De hecho, la insistencia de los Estados Unidos de adjudicarle el crimen a Irán para poder aislar al régimen de Teherán, a pesar de que no hubiera evidencia para apoyar tal acusación, es la definición perfecta de la creación cínica de una acusación al servicio de la “Real Politick”

Enero 2015 / Tevet - Shevat 5775
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